27/11/09

Radio online.


Una computadora nos sirve para algo más que para escribir documentos en Word. Una computadora en red nos interna en un espacio virtual, en el cual podemos vivir, aunque no de una manera física, si de una manera muy real. Así, escuchar radio por internet no es más un asunto complejo, pues se ha convertido para muchos en algo cotidiano.


Según el artículo de Jaime Freire “radios en la red toman fuerza”, existen dos tipos de radio on line. Podcast, que consiste en transmitir información multimedia a la cual podemos acceder en cualquier momento del día. Y Live Streaming, que consiste en transmitir programas en vivo, en un horario fijo.


Para muchas personas, el futuro de las comunicaciones se enmarca en la red. Sea o no esto cierto, es imprescindible dominar a la tecnología para que ésta no termine dominándonos.


Visité este link para escuchar emisoras ecuatorianas:

http://www.logratis.info/medios/abrirad.asp?pais=Ecuador

O pueden mirar este tutorial para la creación de radio on line:

Ley de Comunicación.


La ley de Comunicación aprobada el sábado pasado por la Comisión Ocasional de la Asamblea Nacional ha causado una serie de reacciones. Varios periodistas de todo el país la han calificado como ley mordaza, aduciendo que restringe la libertad de expresión de los comunicadores sociales y de los ciudadanos.

En Quito y Guayaquil se han llevado a cabo marchas en contra de esta ley. El objetivo principal de los opositores es que los legisladores no la aprueben. Sin embargo, y pese a las manifestaciones, la ley continúa debatiéndose.
El Presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Cordero, dijo que si la ley contiene elementos que coarten la libertad de los ciudadanos debe ser “botada a la basura”, por su parte el periodista de Teleamazonas, Jorge Ortíz, no dudó en ofrecerle el basurero para que así lo haga.

Para los periodistas, estudiantes de comunicación social y en especial a los ciudadanos, este suceso debería ser de gran interés. Por ello, antes de calificar a la ley como buena o mala, es pertinente que la analicemos con detenimiento y sin ningún tipo de prejuicio. Es importante la libertad, si. Pero es aún más importante estar preparados para utilizarla responsablemente.


11/11/09

Cuenca en la línea 11


En Cuenca, como en muchas ciudades, existe un lugar pintado de realismo mágico: un hombre negro respira en la oreja de una gringa mochilera, varios cuyes corren porque lograron abrir el costal, una pollera se impone en un metro a la redonda y un señor ‘bien vestido’ roba varios celulares a vista y paciencia de todos. Si es que usted aún no se ha motorizado, sabe de lo que estoy hablando. El bus de línea.


La línea 11 de buses urbanos de Cuenca, recorre la ciudad ‘de cabo a rabo’. Empieza en la parroquia Ricaurte y tras un largo viaje, finaliza en la parroquia Baños. El recorrido empieza todos los días a las 5:30am y finaliza a las 10pm. En este lapso cada bus realiza un promedio de 5 vueltas. Para los choferes nada es nuevo, conocen el rostro de los pasajeros, de los vendedores y hasta de los ‘shoros’.


Estoy en el bus 136. En la entrada un adhesivo de 50cm. me dice “Welcome” mientras un Tío Sam me señala y una bandera de barras y estrellas cubre la radio. No estoy en gringolandia, aunque a dos metros estén paradas unas rubias de metro ochenta. Estoy en Cuenca, pero con eso de la migración, globalización, y ni sé cuántas cosas más, nada de esto está mal.


Al principio hay poca gente, todos estamos sentados y es fácil conversar. Una señora hace réquiem por las truchas muertas en el río por el estiaje (que traducido al cristiano significa que no llueve, pero como en la tele lo han venido repitiendo, la señora quiso sorprenderme). Luego un señor manda al diablo al Alcalde por las calles dañadas por la semaforización y yo le digo: Si, tiene toda la razón. No porque la tenga, sino porque perdí el hilo de la conversación al observar como una señora se cambió de asiento en cuanto una jovencita (no más de 15 años) que llevaba puesta una pollera, se sentó junto a ella.


Deje pasar unos minutos y vencida por el coraje me senté junto a la señora y tras una breve introducción le pregunté por qué se cambió de asiento y sin sonrojarse me dijo: “no es que sea racista, sino que los indios apestan”. Vio mi cara acusadora y quiso hacerme entender que no era una mala persona, pero mientras me contaba sus virtudes, yo solo pensaba que en el bus lo único que apestaba era el racismo.


Pero dejando a un lado lo desagradable, el ambiente del bus es gracioso. Poco a poco se va llenando hasta el punto en que vamos –literalmente- uno sobre otro. Si miramos al suelo, muchas personas están paradas en puntillas para alcanzar al tubo y poder agarrarse. Un poquito más arriba se ve como el helado de un niño de dos años está dejando su marca en el pantalón blanco de una señorita. Subimos la mirada 20cm más y vemos que, con el pretexto de la incomodidad, un novio cuida lo que es suyo y apoya su mano plácidamente en el trasero de su novia, con la seguridad de que nadie les está mirando.


En el terminal se sube un señor a pedir caridad. Creo que la vida le ha enseñado (para su desgracia) que una imagen vale más que mil palabras. Entonces en lugar de recitar su discurso lastimero, simplemente levanta su camiseta y nos deja ver un tumor enorme y una sonda en la que carga sus desechos corporales. El espectáculo es estremecedor y no se requieren más de un par de segundos para que la gente tenga listas un par de monedas.


En la nueve se sube un señor grande, cargando una mochila igual de grande, un abrigo como para un invierno ruso y gafas de sol. Se dirige a la parte de atrás y un señor me dice: “vea ese diahi es ladrón”. Le pregunto que cómo lo sabe y me responde que se le nota en la fishiomanía (¿fishiomanía? Ah, fisonomía). Y efectivamente, el señor del abrigo es todo un profesional, abre varias mochilas de estudiantes ingenuos que las llevan a la espalda, saca celulares y calculadoras. Luego, el avezado ladrón busca los bolsillos de los pantalones. En ese momento, más de la mitad del bus ha notado su presencia, a él no parece importarle. Acaba su jornada laboral y se baja.


La lata de sardinas en la que el bus se convirtió empieza a vaciarse. Otra vez todos podemos ir sentados, pero ya no somos los mismos. El joven advierte que su celular ya no está. La señora se recupera del susto de haber ‘desparramado’ sus cuyes. La señorita ha sentido unas cuantas manos indeseables en partes de su cuerpo muy deseables. El chofer ya tiene con qué llegar a su casa. Y yo ya tengo mi crónica de Cuenca, resumida en el bus de línea.

30/10/09

Mediacidio


Los medios tradicionales tienen un papel fundamental dentro de la sociedad, sin embargo, súbitamente se están viendo desplazados de su rol protagónico por el apogeo del periodismo digital. Si los canales de televisión o los periódicos impresos no tiene a la tecnología como su aliada principal, se están matando a sí mismos, es decir están cometiendo un mediacidio.



Al ingresar a la página Cobertura Digital, pude observar el tratamiento digital que se dio a la noticia de la caída del helicóptero de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) el pasado 27 de Octubre, por la prensa escrita y por la televisión. En general podemos darnos cuenta que las tan cotizadas primicias son de propiedad exclusiva de los portales web, y no de los medios de comunicación sino de los ciudadanos comunes y silvestres.



Así, pienso que es fundamental empezar a realizar prácticas periodísticas constructivas, como por ejemplo familiarizarnos con las diferentes herramientas multimedia; utilizar hipervínculos que enriquezcan nuestros textos, y que en una muestra de generosidad lleven a los lectores a sitios que puedan saciar su sed de información; y principalmente actualizar constantemente nuestros portales, de tal manera que haya una jerarquización de las noticias coherente con la realidad.

25/10/09

Todas las ciudades tienen su Caja de Pandora… Los Mercados.

Sonidos…

Para esas crisis existenciales, cuando el autoestima está por los suelos, existe un remedio eficaz, mejor que cualquier terapia psicológica. Vaya al mercado 9 de Octubre y en el plaza encontrará muchos viejitos, que quitándose el sombrero están prestos para recitar los versos más románticos: “vea suquita, no abra tanto los ojos que el sol se está poniendo celoso de su luz”, también hay otros que, menos románticos, igual arrancan sonrisas “mamita, si como caminas cocinas me como hasta el cocolón”. Después de cruzar la plaza, cualquier mujer se siente Helena de Troya, o aunque sea Jasú de las Candelas.


Ya adentro: música, gritos, risas, palabritas y palabrotas. “Que chu, que chu, que chu, que chulla vida” canta Máximo Escaleras en el pequeño radio de un puesto de panelas y chocolate amargo. “Doña Luzzz” grita desde el frente una señora gorda y colorada “De descambiando el billete no sea malita”. El ambiente en general es alegre, la gente se está riendo, si, sonrisas o carcajadas en cualquier lugar. La cordialidad en su máxima expresión abunda en las dueñas de los puestos: “Mi bonita que necesitaba” “Mi corazón venga sin compromiso” “Mi tesoro” “Patronita en que le sirvo”, etc. Y no es que todas las señoras que compran sean las más bellas, ni tampoco pagan un sueldo como para ser llamadas patronas, es que en Cuenca, tal vez por una suerte de herencia colonial, hablamos con diminutivos, con adjetivos que pretenden suavizar las peticiones, de tal manera que parezcan ruegos y no órdenes.


Colores…


Como bandera de Pachakutik o del Movimiento Gay, un arcoíris de frutas, legumbres, hortalizas, gorras y delantales se abre a nuestros ojos cuando caminamos por el segundo piso del mercado 9 de Octubre. El dorado intenso de un chancho horneado combina con jarros de licuadoras rosados, rojos, blancos y tomates, amparados por un letrero que los bautiza como “rompe nucas”, en el tercer piso. El primer piso es monocromático: rojo sangre, (no es el rincón de la pasión sino el piso de las carnes).

Hay más colores, no en los productos exhibidos, sino en las personas. Piel morena de Ana Dután, vendedora de jugos. Ojos amarillos de Marianela, niña que vende el pozo millonario. Ampollas rosadas en las manos de Zoila Calle, vendedora de “espinazo”. Azul marino en el uniforme de los guardias. Celeste en los ojos de un Niño Dios, ubicado en un altarcito en el primer piso.




Olores y Sabores…

Mientras subimos las escaleras los olores pasan en una amplia gama, entre lo desagradable y lo riquísimo. En el primer piso, el olor del pescado, camarón, res y harinas, se mezclan y con la complicidad de un sol intenso se multiplican y opacan olores tan agradables como el de la panela o el chocolate. “Abajo hiede fierote” dice un joven mientras sube apresurado. En el segundo piso hay un olor neutral, los alimentos crudos no despiden olores fuertes, además las vendedoras tienen a mano ambientales y desinfectantes. Pero arriba, ahí sí que la gente empieza a contar las monedas, el olor a hornado, encebollado, llapingacho, mote pelado, es tan exquisito que las menos de 20 mesas que hay en el patio de comidas no alcanzan a ser bien desocupadas cuando otra familia ya se ha acomodado.



Y si los olores gustan, los sabores cautivan. Me acerco a un puesto de hornado, y antes de que pida, la señorita ya me ofrece un buen pedazo, “Coma nomás suquita sin compromiso”. No me importó que con la mano que arrancó el trozo que me dio, segundos antes haya sacado “sueltos” de su delantal para dar un vuelto. Está riquísimo, tengo hambre… deme un platito de dólar y medio por favor, pero pondrá cascarita. Después del hornado, tomo un “rompe nucas” pago treinta centavos por un buen vaso, y me preguntó por qué en el cine pagamos dos dólares por un té insípido.


¿Hay más?

Por supuesto que hay más. Las vendedoras tienen quejas que les gustaría que el alcalde escuche: las del tercer piso no están cómodas con la ubicación, porque personas mayores y discapacitados no pueden subir tantas gradas, las del primer piso piden refrigeración para los productos perecibles, las del segundo dicen que, aunque haya guardias, afuera la delincuencia continúa. La gente que llega, habla del triunfo del Cuenquita pero también se lamenta de que haya subido la cebolla.
En el mercado 9 de Octubre y en todos los mercados en general, se sintetiza la ciudad. Tal vez no veremos a los “pelucones” pero sí a una gran cantidad de gente, con ideas, con aspiraciones, con alegría, con vicios.

22/10/09

Paloma. Andrés Calamaro

Periodismo Digital vs. Periodismo Tradicional.


¿Qué es lo que diferencia a un periodista digital de uno tradicional? Pues nada más que el uso de las herramientas multimedia. Pero aquí cabe la aclaración, no son las herramientas, sino su uso. Es decir: no es igual buscar una noticia en interner, copiarla y publicarla, sino aprovechar youtube, blogs, foros, páginas, etc. e investigar con estas 'nuevas fuentes' y tras la corroboración, entonces si publicar la nota.

La inmediatez, como ya hemos dicho, es una virtud fundamental de internet, pero esta inmediatez debe ser también del periodista, debemos reaccionar al instante, y poner a trabajar las herramientas a nuestro favor. Grabadora digital, laptop, cámara, son al periodista como la constitución al abogado.

El reto es grande, al egresar de la Universidad, los periodistas necesitamos ser polifuncionales. Debemos tener la actitud para salir a la calle y cubrir hechos y también para conocer lo que sucede en el mundo simplemente a través del computador.

Pese a la evidente importancia de las tecnologías, creo que el contenido vivencial de las notas informativas, nunca perderá relevancia, y eso se logra únicamente con la interacción humana.